lunes, 29 de diciembre de 2014

No te desearé feliz Navidad

      

         Ciertamente, no sé cómo sentirme escribiendo una entrada como esta después de tanto tiempo de abandono.

          Diciembre, luces, frío, bombones, campañas de caridad para llenar el estómago de los hambrientos. Campañas de caridad para librarnos del arroz que nuestro estómago, destrozado por el jamón, mira con horror. Restablecemos el equilibrio en el mundo.
          Más luces y papel de regalo, papel albal para transportar los platos a casa de la abuela de turno. Papel para escribir listas interminables de regalos, de deseos que han salido, perezosos, de lo más recóndito del cerebro. Deseos que se han creado a base de "dime ya que quieres para Navidades".
         ¿Tiene algún sentido esto a que llamamos Navidades? Recuerdo la ilusión de los primeros años, por poner el Belén, vestir la casa de bailarina de cabaret, la nieve, la familia feliz, los regalos, la familia feliz y el perro de scottex. Todo eso que venden los anuncios por pantalla.
           Quizás hasta los 8 años fueron relativamente felices, familia y regalo. Comida de niños y a la cama. Tan simple, tan perfecto. Sin embargo, a medida que se me incluía en la noche, la realidad comenzaba a golpear mi cara. No erámos sino un grupo de gente que, sin creer en la magia, dejaban a cargo de la Navidad solucionar todos sus problemas. Amigos del tío, del suegro, del hermano. ¿Quién quería un cuchillo jamonero?
           En fin, luego llegaba el circo de ropa interior sexy envuelta en papel de Disney, regalos sin personalidad, caros, incómodos. Carentes si quiera del más leve intento de ilusión. Igualmente el 'banquete'  de platos y platos de comida que serán incapaces de desaparecer del frigorífico antes de febrero. Derroche, Bacanales, tradiciones mantenidas a lo largo de siglos de penuria y hambre, donde el único regocijo era aquel que permitía la iglesia en estas fechas. No tiene sentido.
          Si quiero hace feliz a alguien, lo haré hoy, mañana, pasado, independientemente del nacimiento-tanto inexacto- de un tal Jesús en un pesebre. Planes perfectos siempre estuvieron condenados a la ruina, y tanta ilusión puesta en una sola fecha es una bomba de relojería. Dicen luego de la tasa de suicidios.
         Luego está la incopatibilidad de las vidas modernas, jornadas imposibles de trabajo en festivos nacionales, exámenes a la vuelta de la esquina, gastos y más gastos que ahogan la cartera de aquel que vive en números rojo es desde primeros de mes. Forzar un encuentro, no provoca más que infelicidad. Si la coyuntura no me permite abrazarte y engalanarte en una fecha, no significa que no te quiera. Cuando una fiesta se hace obligatoria pasa de ser una fiesta a convertirse en un castigo.

          Luces, luces y luces de colores. Luces, luces y luces de colores que no dejan ver las estrellas de invierno.  Pese a lo dañino de algunas, confieso que es lo poco que espero de estas fechas. El dorado derramado sobre los charcos del suelo, hadas rojas desenfocadas a lo lejos...Serían perfectas si alguien se detuviese a mirarlas conmigo, pero están todos demasiado ocupados comprando regalos.

            NanaGarcía/@Nanaringain.


        
        

No hay comentarios:

Publicar un comentario