miércoles, 31 de diciembre de 2014

Varada



       He vuelto a tierra. Por primera vez en tres meses de calma y tormenta. El casco de mi barco, roto, lleno de algas que lo asfixian como boas. Mi dejadez, medio camarote hundido, y, yo, sin fuerzas para achicar siquiera el agua. Resignada, naúfraga por dentro, intento huir hecha un ovillo entre el techo y el cielo. Un cielo tan limpio, tan brillante, que me provoca pesadillas. ¿No dejarán de reírse de mi las estrellas?

       Me he dejado llevar por el viento, lejos, cada vez más lejos, olvidando que, aunque quiera, no voy a ser gaviota. Pesan demasiado mis penas.
       Sin poder volar, seputada en un camarote donde no entra la luz, esperé que las mareas vivas me destrozaran contra algún acantilado. ¡Y al mismo tiempo rogaba por que no lo hicieran!  Una nueva oportunidad para reescribir mis páginas con mapas de estrellas y bocetos de sirenas. Pero mi cuaderno está tan lleno de lágrimas que la tinta rompe sus hojas.
       Finalmente, avisté una sonrisa dorada  donde rompe el sol por la mñana. Sin fuerzas, me dejé acercar por las olas. Mis pies tocaron tierra, se hundieron en arena caliente, me hubiese dejado devorar por ellas. Tan cálido su abrazo, como beso a una ballena que ha ido a morir a su lecho.
       El frío sol de invierno,  mirándome en lo alto, secó toda la sal en un instante. ¡Cómo dolía la dejadez al arrancarla de la piel! Por mis poros, mis heridas,- las que ya conocía y las que la sal me descubría-. se iban los restos del naufragio.
       Fui una gaviota sobre un barco a la deriva, pero por me dejé atrapar por los peces del abismo y manché mis alas con petróleo. Ahora que limpio mis plumas me doy cuenta de que, no era sino una niña disfrazada. Corro, corro y corro, por caminos de barro, pero barro en que no quedaré atrapada.
Corro, corro y corro, sobre las rocas, bajo los árboles. Corro hasta que me crezcan otra vez las alas y pueda, volar no bajo las estrellas, sino hacia ellas.

 NanaGarcía/@Nanaringain



       

martes, 30 de diciembre de 2014

Estatismo

       Estático. Si hay palabra que nos defina es el estatismo. No importa cuánto se esfuercen las leyes de la naturaleza a desestabilizarnos, a hacernos cambiar, somos rematadamente duros de mollera.

       El poceso natural de toda especie es el siguiente: nazco, me reproduzco 'a lo loco, por si acaso', consigo todas las claves del juego que rige mi entorno, soy el rey, domino, catástrofes varias hacen humus con los ejemplares defectuosos y pum, mi gráfica de población se mantiene en una bonita constante. Uno, dos, tres siglos, mil años. Hasta que la naturaleza se harta y cambia por completo el tablero de juego. Adaptarse o morir.

       Pero amigos, llevamos unos cuántos milenios de desarrollo exponencial y un gran y evidente cambio del entorno, y aquí seguimos, jugando el mismo juego de una partida que estamos condenados a perder. 

       Reiterandome en lo que ya expuse en "No te desearé feliz Navidad", mantenemos tradiciones consciente e inconscientemente que ya no son compatibles con nuestro día a día. El derroche de estas fiestas no supone sino quitar el pan de cada día a muchas familias para empacharse en una sola noche. La frustración de muchos niños, y sus padres por comprar y comprar regalos que ni el uno realmente usará, ni el otro puede permitirse. Viva el capitalismo. 
     No sólo eso, sino el pánico los pequeños bolsillos cuando encuentran el pasillo de la verdura en un colorido desfile de polvorones. La pescadería en un circo de Leviatanes y la carnicería en el reino del jamón. Ni que del cerdo solo se aprovechase la pata.
        En fin, sin sentidos para quienes, seguramente, tras un largo año de ahorro y cuentas ordenadas, tiren la casa por la ventana, porque hacerle una fiesta al mesias de una religión con cada vez más desertores, es la cúspide de la felicidad.

       ¡A la hoguera! ¡Quemen a la bruja! Tal vez, pero, ciñéndonos al guión del nuevo testamento, quien no lo haya mpensado que tire la primera piedra.
        
       No se trata solamente de criticar las tradiciones de la iglesia. El estatismo es algo que nos persigue como una sombra. Somos cómodos, perezosos. Nacemos en un mundo construído por nosotros mismos, y nos resignamos a conformarnos, guste o no guste, ya lo cambiará una glaciación, quizás. Sin embargo, no podemos negar el cambio, cada vez más rápido de nuestro habitat. No estamos fuera del juego, adaptarse o morir.




         NanaGarcía/@Nanaringain

lunes, 29 de diciembre de 2014

No te desearé feliz Navidad

      

         Ciertamente, no sé cómo sentirme escribiendo una entrada como esta después de tanto tiempo de abandono.

          Diciembre, luces, frío, bombones, campañas de caridad para llenar el estómago de los hambrientos. Campañas de caridad para librarnos del arroz que nuestro estómago, destrozado por el jamón, mira con horror. Restablecemos el equilibrio en el mundo.
          Más luces y papel de regalo, papel albal para transportar los platos a casa de la abuela de turno. Papel para escribir listas interminables de regalos, de deseos que han salido, perezosos, de lo más recóndito del cerebro. Deseos que se han creado a base de "dime ya que quieres para Navidades".
         ¿Tiene algún sentido esto a que llamamos Navidades? Recuerdo la ilusión de los primeros años, por poner el Belén, vestir la casa de bailarina de cabaret, la nieve, la familia feliz, los regalos, la familia feliz y el perro de scottex. Todo eso que venden los anuncios por pantalla.
           Quizás hasta los 8 años fueron relativamente felices, familia y regalo. Comida de niños y a la cama. Tan simple, tan perfecto. Sin embargo, a medida que se me incluía en la noche, la realidad comenzaba a golpear mi cara. No erámos sino un grupo de gente que, sin creer en la magia, dejaban a cargo de la Navidad solucionar todos sus problemas. Amigos del tío, del suegro, del hermano. ¿Quién quería un cuchillo jamonero?
           En fin, luego llegaba el circo de ropa interior sexy envuelta en papel de Disney, regalos sin personalidad, caros, incómodos. Carentes si quiera del más leve intento de ilusión. Igualmente el 'banquete'  de platos y platos de comida que serán incapaces de desaparecer del frigorífico antes de febrero. Derroche, Bacanales, tradiciones mantenidas a lo largo de siglos de penuria y hambre, donde el único regocijo era aquel que permitía la iglesia en estas fechas. No tiene sentido.
          Si quiero hace feliz a alguien, lo haré hoy, mañana, pasado, independientemente del nacimiento-tanto inexacto- de un tal Jesús en un pesebre. Planes perfectos siempre estuvieron condenados a la ruina, y tanta ilusión puesta en una sola fecha es una bomba de relojería. Dicen luego de la tasa de suicidios.
         Luego está la incopatibilidad de las vidas modernas, jornadas imposibles de trabajo en festivos nacionales, exámenes a la vuelta de la esquina, gastos y más gastos que ahogan la cartera de aquel que vive en números rojo es desde primeros de mes. Forzar un encuentro, no provoca más que infelicidad. Si la coyuntura no me permite abrazarte y engalanarte en una fecha, no significa que no te quiera. Cuando una fiesta se hace obligatoria pasa de ser una fiesta a convertirse en un castigo.

          Luces, luces y luces de colores. Luces, luces y luces de colores que no dejan ver las estrellas de invierno.  Pese a lo dañino de algunas, confieso que es lo poco que espero de estas fechas. El dorado derramado sobre los charcos del suelo, hadas rojas desenfocadas a lo lejos...Serían perfectas si alguien se detuviese a mirarlas conmigo, pero están todos demasiado ocupados comprando regalos.

            NanaGarcía/@Nanaringain.